19 noviembre, 2008

Barcelona, no me dejas más remedio

Seamos honestos, ni un tornado podria destruirnos, ni siquiera un terremoto podria lograr en nuestras piernas, un décimo de lo que nos atraviesa el pecho cuando nuestra piel se roza. Pero el tiempo resulta ser nuestro más fiel enemigo, implacable, silencioso, mortal. Nos dibujé bajo la lluvia, era de noche y era el momento perfecto, bajo las luces de una calle desteñida en azul y plata. Pero ya estaba tan lejos, solo quedaron los ecos de lo que nunca se dijo. Ecos que aun resuenan en las estaciones de tren, las calles y los aeropuertos, que hacen desparecer todo a su alrededor mientras rugen impacientes. Una luna redonda sobre el mar mediterráneo me dijo que dejara de llorar. Las lágrimas distorsionaban el reflejo de quien habia sido y no sería nunca más. Saque una foto, para recordarla por siempre, sequé mis mejillas y escribí una canción.